21 Aug 2024
Las rutas marítimas anticipan una próxima guerra comercial
Las empresas temen que el conflicto entre EEUU y China crezca según se acerquen los comicios estadounidenses, y anticipan sus pedidos. Este alza de la demanda dispara los precios de los fletes y echa gasolina al fuego de una inflación que aún no está en los niveles normalizados.
Alex Ordóñez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce
Tras la pandemia, la repentina demanda de pedidos por parte de las empresas de todo el mundo disparó el coste del transporte marítimo de mercancías, los conocidos como fletes. Algo similar ocurrió a finales del pasado año a raíz de la guerra en Gaza tras los ataques de los rebeldes hutíes a algunos buques que utilizan la ruta del Mar Rojo en protesta por la respuesta de Israel en la Franja tras los ataques de Hamás.
Con el paso de los meses, las cosas se fueron normalizado en el comercio marítimo. Pero, de manera progresiva, están otra vez tornándose peligrosas para los negocios. Lo demuestra el hecho de que los fletes en algunas rutas marítimas que parten de Asia han incrementado su precio casi un 300% desde el pasado mes de diciembre. Así el indicador que mide este mercado, el Drewry, refleja que el coste medio para mover un contenedor de 40 pies era de poco más de 1.550 dólares entonces. Pues bien, en la actualidad está cerca de tocar los 6.000 dólares. Debido a este incremento, mandar un contenedor del tamaño indicado anteriormente desde China a EEUU supone un coste de 10.000 dólares.
Normalmente, los fletes suelen disparar su coste entre los meses de septiembre y octubre, ya que los negocios se preparan para la campaña navideña, por lo que elevan la demanda. Ahora en cambio, tal circunstancia está ocurriendo con casi un mes de adelanto. El motivo de ello está, precisamente, es que ese incremento puntual de la demanda tiene lugar bastante antes de lo previsto. De hecho, durante todo el año se está produciendo un repunte de los pedidos. En concreto, la demanda marcó un nuevo récord en mayo con casi 16 millones de encargos de contenedores. Una cifra que supera incluso la propia de 2021, que era el anterior récord ante la caída de la mortalidad del Covid y la reactivación de los negocios.
En otras palabras son las propias empresas las que están provocando que los fletes estén en niveles máximos. A ello se suma que algunas navieras ya no transitan por la ruta del Mar Rojo por los ataques de los hutíes, que se siguen produciendo y prefieren ir por el Cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica, lo que implica alargar el viaje y, con ello, los precios.
Con todo, lo más llamativo es que sea precisamente el interés de las empresas por adelantarse a la temporada de mayor número de ventas lo que ha impulsado el precio de los fletes. Esta prevención hace que los negocios tengan ya los almacenes llenos de referencias de cara a las navidades. Así lo reconocía la propia Inditex en su última presentación de resultados, al asegurar que los niveles de stock estaban en máximos.
La gran pregunta es ¿por qué adelantan las empresas sus pedidos sin importarles el mayor precio y asumir el coste logístico y de negocio que supone tener sus almacenes llenos antes de tiempo? La respuesta de las compañías es unánime. Todas temen que según se acerque la recta final de año se recrudezca la guerra comercial entre EEUU y China. El expresidente americano Donald Trump dio inicio a este conflicto en marzo de 2018 imponiendo aranceles a las importaciones provenientes de China para tratar así de reducir el déficit comercial de EEUU. Como era más que previsible, Pekín respondió con la misma moneda. Y las consecuencias de ello se trasladaron al resto del mundo, provocando un encarecimiento generalizado de los productos.
Fue precisamente esta guerra comercial la que empezó a atizar los precios generando los años de inflación alta en los que aún encontramos. Es cierto que la pesadilla del IPC a dos dígitos no hubiera sido tal si Putin no hubiera decidido atacar Ucrania. Pero también es verdad que el proteccionismo que instauró Trump cuando irrumpió en la Casa Blanca fue el origen de un problema que sufrimos en la actualidad.
En noviembre vuelve a haber elecciones en EEUU, y los negocios se están preparando por si el magnate regresa a la sede presidencial en Washington y echa más leña al fuego a un guerra comercial que, lejos de lo que se pueda pensar, no ha terminado. Ello debido a que los años de gobierno de Joe Biden no han cambiado demasiado las cosas, ya que ambos mandatarios coinciden en este punto. Ahora sin Biden en la carrera presidencial, le tocará a Kamala Harris, presumiblemente, ver si extiende o no la batalla comercial con China, aunque para ello tendrá que vencer a Trump.
Ante este contexto de incertidumbre, es lógico que las empresas se estén anticipando. Con ello evitarán que un incremento del conflicto les deje sin producto que vender en Navidades, periodo del que depende la mera existencia de muchas empresas del sector retail.
El problema es que esto supone echar gasolina a unos precios que aún no están del todo controlados, lo que podría reducir el ritmo de bajadas de tipos en Europa, tras el primer recorte que se produjo el pasado mes de junio.
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