21 Apr 2025

El dilema de la seguridad energética

Desde que comenzó la guerra de Ucrania, Estados Unidos se ha convertido en uno de los principales proveedores de gas del bloque europeo.

A lo largo de los tres últimos años, las importaciones de GNL procedentes de Estados Unidos se han multiplicado por cinco, desde los 1.300 mill. m3 registrados antes de la invasión, a los 5.300 mill. m3 del pasado mes de febrero, lo que representa alrededor del 20% del total. En paralelo, las compras de gas ruso se han desplomado, pasando del 43% en 2021 al 18% de las importaciones en 2024. El objetivo de los funcionarios europeos no ha sido otro que reforzar la seguridad energética del bloque buscando diversificar los proveedores energéticos con socios nuevos y más confiables que Rusia. Sin embargo, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y el giro que ha dado su postura para que se alcance un acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia ha hecho que muchos dirigentes en Europa hayan propuesto replantear la estrategia energética del bloque. De hecho, los funcionarios de la UE han archivado los planes de prohibir las importaciones rusas de gas natural licuado (GNL), alegando la falta de alternativas viables. Bruselas está tratando de aprovechar su pivote energético como moneda de cambio en las conversaciones con Washington, con la esperanza de que el aumento de las importaciones de GNL estadounidense pueda persuadir a Estados Unidos para que suavice los aranceles comerciales. Prohibir ahora las importaciones de GNL ruso debilitaría su posición negociadora y, en definitiva, supondría cambiar una dependencia por otra.

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