16 jul 2025
Efecto bumerán: los aranceles no logran reactivar la industria americana
La Casa Blanca genera incertidumbre y retrasos en las fábricas de manufacturas de EEUU, especialmente en el Medio Oeste, que retraen planes de inversión y producción.
Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce
Los aranceles están inyectando volatilidad en las cadenas de suministro, elevando los costos y perjudicando las exportaciones, lo que socava cualquier reactivación del sector manufacturero estadounidense. Incluso los fabricantes que podrían beneficiarse de los aranceles muestran su preocupación a BusinessWeek por la incertidumbre y la posible perturbación económica que les está ocasionando la escalada arancelaria de la Administración Trump y continúan retrasando proyectos o suspendiéndolos debido a la impredecible política comercial. “La política comercial de la Casa Blanca amenaza con cortocircuitar la producción industrial; en especial, en el llamado Cinturón del Óxido americano”, comenta la publicación ligada a Bloomberg.
En Illinois, los aranceles de Trump llevaron a un fabricante de compresores a retrasar la compra de un equipo clave tras una ambiciosa renovación de su fábrica. Rockwell Automation es una firma productora de herramientas industriales con sede en Wisconsin, desde donde se afirma que varios centros fabriles están suspendiendo proyectos y retardando planes de inversión por la incertidumbre sobre los costes y la demanda en sus contratos de futuro. De igual modo, Snap-on admite observar reticencias similares entre los mecánicos de automóviles, sus principales clientes.
Estas advertencias subrayan la creciente preocupación por las turbulencias entre los industriales del país derivadas de la guerra comercial del actual inquilino del Despacho Oval que consideran -como el consenso del mercado-, que resultan “caóticas” y un freno a sus deseos expansionistas.
Las nóminas del sector manufacturero se redujeron en más de 8.000 puestos de trabajo en junio, el mayor descenso del año año, según la Oficina de Estadísticas Laborales. Mientras el diálogo entre EEUU y China abrían una nueva ronda de negociaciones para tratar de fijar sus aranceles recíprocos y establecer una entente cordiale en la industria tecnológica.
En EEUU, quizás más que en ningún otro lugar, la ansiedad por evitar un declive industrial es mayor. Y, dentro del país, sobre todo en el anillo del Medio Oeste, que alberga la concentración de empleo manufacturero más importante del país. Incluso después de la pérdida de empleos a principios de este siglo debido al auge de la deslocalización. “En general, será un lastre para la economía estadounidense”, declara Gus Faucher, estratega de PNC Financial Services Group en Pittsburgh, quien calificó los aranceles como un impuesto que elevará los precios. “En particular, será un lastre para la economía del Medio Oeste”.
Los gravámenes intermitentes sobre componentes y maquinaria importados, y los aranceles de represalia impuestos por otros países -los conocidos como recíprocos- han inyectado volatilidad en las cadenas de suministro, han elevado los costes y están perjudicado las exportaciones, así como ejerciendo de freno a la inversión.
Ya hay datos que lo constatan. La actividad fabril americana se contrajo por tercer mes seguido en mayo y la encuesta del Institute for Supply Management a ejecutivos del sector, que se centró en los aranceles, manifiesta un fuerte rechazo del sector de equipos, de electrodomésticos y de componentes eléctricos a la política comercial de Trump que -dicen- ha creado interrupciones en la cadena de suministro comparables a las causadas por la Gran Pandemia.
Los estados del Medio Oeste de Illinois, Indiana, Iowa, Kansas, Michigan, Minnesota, Missouri, Nebraska, Dakota del Norte, Ohio, Dakota del Sur y Wisconsin ya perdieron casi 2 millones de empleos manufactureros entre 1998 y 2010, con motivo del ingreso de China en la OMC, lo que impulsó a sus empresas a buscar mano de obra y producción más económicas fuera de EEUU. En los últimos años, sin embargo, se impuso un optimismo no exento de cautela por las ayudas y subsidios a la reconversión industrial.
Pero a medida que los shocks en la cadena de valor, primero durante la crisis sanitaria de la Covid-19 y ahora por la guerra comercial desatada por Washington, ha alterado la atmósfera de relativa prosperidad que se generó durante la Administración Biden con sus amplios incentivos a la energía limpia, vehículos eléctricos y semiconductores. El Medio Oeste ha comenzado ahora a movilizarse. Después de que, desde principios de 2021, la región haya creado más de 100.000 empleos fabriles, según datos federales. Los estados del Cinturón Industrial (Rust Belt), también llamado del Óxido, invirtieron desproporcionadamente en fábricas en la última década, asegura un informe del Citi Institute, mientras que los estados del sur, que ofrecen leyes de derecho al trabajo, menores costos laborales y paquetes de incentivos agresivos para atraer a fabricantes globales, también han experimentado un auge.
La Casa Blanca ha señalado los anuncios de grandes inversiones planeadas en EEUU por parte de empresas y gobiernos extranjeros como prueba de que las políticas de la versión Trump 2.0 funcionan. Así se pudo comprobar en la visita presidencial al área de Pittsburgh a finales del mes de junio para impulsar un acuerdo entre United States Steel y Nippon Steel, donde el dirigente republicano promocionó sus planes de aumentar los aranceles de importación sobre el acero y el aluminio del 25% al 50%. Sin embargo, el gasto total en construcción privada en el país dirigido a la industria manufacturera se ha estancado en comparación con el auge registrado durante la Administración Biden.
Queda por ver cómo se desarrollará el enfoque de Trump a largo plazo. Por ahora, sin embargo, el constante cambio de estrategia arancelaria ha “atemorizado” al sector manufacturero, afirmó Andrew Anagnost, director ejecutivo de Autodesk, empresa que vende software a fabricantes para diseñar fábricas y mejorar los procesos de fabricación. “El modo operativo es simplemente la muerte para la inversión a largo plazo”, declaró Anagnost, porque las obras de construcción que estaban en marcha o atrasadas continúan, pero con la tensión a flor de piel por la elevada incertidumbre, que está paralizando proyectos futuros”.
Rockwell Automation, con sede en Milwaukee, ya ha visto retrasadas algunas inversiones debido a este estado de inquietud que se ha trasladado, muy en particular, a la industria automotriz, que intenta reestructurar una cadena de suministro global diseñada para el antiguo orden global y bajo unos proyectos de capital intensivo a largo plazo, afirmó el director ejecutivo Blake Moret.
Snap-on, que proporciona herramientas a mecánicos automotrices, puede gestionar el impacto de los aranceles, aunque solo con mínimas interrupciones, ya que atiende principalmente a clientes americanos con productos de fabricación nacional, afirmó su director ejecutivo Nicholas Pinchuk.
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