16 sep 2024

Las dos caras de la reducción de la deuda familiar

El bajo pasivo de los hogares es una buena noticia para la economía y las empresas ya que eleva las expectativas del consumo, pero en el caso de España también tiene una parte negativa al atestiguar que el mercado inmobiliario es el responsable de provocar la disminución de la deuda.

Alex Ordóñez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

La irrupción de la crisis financiera de 2008 fue especialmente lesiva para los hogares. Ello debido a que las familias acumulaban una astronómica deuda originada en buena medida por las facilidades que las entidades financieras ofrecían a la hora de contratar créditos, tanto para adquirir vivienda como para consumir.

Pero los españoles parecen haber aprendido la dura lección sufrida entonces. No en vano, en la actualidad acumulan una ratio de endeudamiento respecto a la renta bruta o, dicho de otro modo, el porcentaje de ingresos menos el abono de tasas, del 72%, según los últimos informes publicados por el Banco de España. Dicho nivel es el más bajo desde comienzos de siglo y se coloca además 14 puntos por debajo de la media comunitaria. Si se compara la deuda de las familias con respecto al PIB, el pasivo ha descendido del 85% de 2014 al 44% en estos momentos.  

Estos datos reflejan con claridad que los hogares gozan de una buena salud financiera lo que en un principio es muy positivo para la economía, especialmente para el consumo. Ello debido a que las reservas que las familias atesoran debido a sus escasos compromisos de pago otorgan un importante margen para gastar. La demanda interna es clave para todas las economías y España no es una excepción. De hecho, más del 60% del PIB nacional se debe al gasto que realizan los ciudadanos.

El positivo impacto que en la economía tiene el consumo se ha podido ver en estos años post-Covid en los que España ha liderado el crecimiento de la eurozona gracias en parte al impulso del consumo debido al ahorro que las familias generaron en lo peor de la pandemia. De hecho, dicho aporte del gasto familiar también es clave para confirmar las buenas perspectivas de crecimiento que el PIB nacional presenta de cara al presente y los próximos años, donde las expectativas apuntan a impulsos que estarán siempre por encima del 2%.

No obstante, el bajo nivel de endeudamiento de los hogares también tiene su lado negativo. Ello debido a que la bajada del pasivo se debe en parte a la imposibilidad que muchas personas tienen de acceder a una vivienda ante sus altos precios. Así lo refleja también el Banco de España en un reciente informe en el que destaca que el encarecimiento que el mercado inmobiliario experimenta por el alza de costes y por las subidas de tipos de interés en la eurozona, que hacen más costosas las hipotecas, genera una negativa paradoja: los españoles tienen más dinero y menos ataduras que nunca pero no porque así lo quieran sino porque no pueden aumentar su deuda.

Es decir, el ahorro del que disponen es insuficiente para poder hacer frente al coste que supone convertirse en propietario. Esto convierte al mercado inmobiliario en un embudo lo que no es positivo para una economía en la que el ladrillo siempre ha sido un parte importante de su PIB. Es evidente que este contexto afecta de forma más importante a los jóvenes, que son los que lo tienen más complicado para acceder a una vivienda.

Una situación que no tiene visos de resolverse en un futuro cercano. Ello debido a que las subidas de tipos de interés, que ya terminaron en junio con la primera bajada del precio del dinero, no han logrado frenar el alza del precio de los inmuebles. La razón de esta divergencia se debe precisamente a que en nuestro país existe una alarmante falta de oferta de pisos que es incapaz de hacer frente a la alta demanda que se está produciendo. Un incremento de las solicitudes de compraventa de vivienda en la que la inmigración es un factor determinante.

Todo ello aleja la opción de muchos de convertirse en propietarios, lo que reduce el impacto positivo que el ahorro generado tras la pandemia y la bajada deuda puede tener para la economía. No en vano, las reservas que muchos españoles atesoran y que son insuficientes para poder comprar una casa no se gastan en otra cosa o, como mucho, se destinan al mercado del alquiler.

La bajada de tipos de interés que el BCE realizó en el arranque del verano y las que podría acometer en el resto del ejercicio (entre una y dos más según el mercado) abaratará las hipotecas y podría ayudar a que el mercado inmobiliario dejara de ser el tapón para la inversión que es en la actualidad. El problema es que ese previsible impulso de las solicitudes de créditos para comprar vivienda no ayudará precisamente a que los precios bajen.

Todo lo anterior evidencia que si bien un bajo nivel de endeudamiento de los hogares es una buena noticia de cara a elevar las expectativas de crecimiento de una economía gracias al mayor consumo previsto, también puede tener su parte negativa. Ello debido a que el mercado inmobiliario es el responsable de, precisamente, generar una ratio de deuda más baja de lo que es habitual en nuestro país. Las empresas, por tanto, no se verán tan beneficiadas del hecho de que las familias tengan más ahorros y menos recibos que pagar.

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