13 Apr 2025
Elecciones: Noboa arrasa en las urnas
Daniel Noboa ha sido reelegido presidente de Ecuador con casi el 56% de los votos, frente al 44% obtenidos por la correísta Luisa González. La segunda vuelta, celebrada el domingo 13 de abril, resultó mucho menos ajustada de lo que pronosticaban las encuestas, marcando una derrota clara para la izquierda.
Como se recordará, Noboa asumió la presidencia en noviembre de 2023, tras imponerse en unas elecciones anticipadas convocadas tras la disolución de la Asamblea Nacional, en medio de una crisis política y denuncias de corrupción que involucraban al entonces mandatario Guillermo Lasso. Ahora, con el respaldo ciudadano renovado, Noboa inicia un nuevo mandato y permanecerá en el poder hasta 2029. Su contundente victoria responde a varios factores. En primer lugar, ha sabido canalizar el temor de buena parte del electorado al regreso del correísmo, asociando a González con el legado de Rafael Correa y con experiencias autoritarias en la región. A esto se sumó su discurso de mano dura contra la inseguridad, una de las principales preocupaciones de los ecuatorianos, que reforzó su imagen de liderazgo. También logró movilizar a sectores tradicionalmente menos activos, como los adultos mayores, en una elección con más del 83% de participación. González, en cambio, no logró ampliar su base más allá del electorado fiel al correísmo, pese a alianzas como la pactada con el movimiento indígena Pachakutik.
Tras conocerse los resultados, González denunció un supuesto fraude electoral sin ofrecer pruebas, y anunció su intención de pedir el recuento de votos. Noboa, por su parte, se prepara para iniciar una nueva etapa con amplio respaldo ciudadano, pero con enormes retos. La violencia vinculada al narcotráfico continúa siendo una amenaza diaria, pese a la militarización y las declaraciones de emergencia. A esto se suman los apagones eléctricos por la crisis energética y una economía que avanza con dificultad, marcada por el desempleo, la migración y tensiones comerciales. Además, la falta de mayoría en la Asamblea y la creciente polarización obligarán al presidente a negociar constantemente para sacar adelante su agenda. La legitimidad en las urnas no garantiza la gobernabilidad: los próximos años pondrán a prueba su capacidad de gestión de cara a cumplir su promesa de campaña de construir un “Nuevo Ecuador”.