25 mar 2024

Ucrania pone contra las cuerdas el mercado mundial del petróleo

Zelensky ha encontrado el punto débil de la economía de Rusia con la destrucción con drones de las refinerías de crudo, pero esa estrategia exitosa amenaza con tumbar la recuperación económica y condenar al planeta al impacto de seguir sufriendo una inflación elevada. 

Alex Ordóñez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

La invasión rusa de Ucrania ya ha cumplido dos años sin que las decenas de sanciones por parte de Occidente hayan servido para frenar a Vladimir Putin. De hecho, Rusia ha sabido virar sus relaciones comerciales hacia China para evitar que el veto europeo y estadounidense afecte gravemente a su economía. Pero en los últimos meses Ucrania parece haber encontrado un punto débil en Rusia que, curiosamente, también está poniendo de los nervios a los dirigentes de Europa y EEUU.

Se trata de los ataques con drones a las refinerías de petróleo rusas. En concreto, Ucrania ha atacado nueve de estas instalaciones, lo que ha provocado que la producción de barriles rusa se haya reducido en hasta 900.000 al día. En otras palabras: Ucrania parece haber encontrado por fin la clave para infringir un importante daño a la economía rusa, que pueda llegar incluso a cambiar el curso de la contienda bélica.

Ahora bien, el problema es que esta estrategia exitosa no está siendo celebrada por los aliados de Volodimir Zelensky. Así lo demuestra el insólito hecho de que EEUU haya pedido a Ucrania que deje de atacar las refinerías rusas. Una petición a la que Zelensky aún no ha dado respuesta, pero que en caso de aceptar es evidente que tendrá una contrapartida en forma de un mayor envío de armas a Ucrania.

Ahora bien, la gran pregunta es ¿por qué le dice ahora Washington a Ucrania que deje de utilizar la mayor baza que tiene en la actualidad para ganar la guerra? Pues porque los ataques a las refinerías rusas pueden hacer saltar por los aires el mercado del petróleo y, con ello, la economía mundial.

Vayamos por partes. Los ataques ucranianos han reducido la producción de crudo ruso, lo que ya ha provocado que el precio del barril se haya incrementado más de un 15% desde el 1 de enero hasta superar los 85 dólares. Un precio que, según los analistas, superará en breve hasta dispararse a un nivel cercano a los 110 dólares en pocas semanas si Ucrania sigue limando la capacidad de producción de petróleo de Putin.

Hace dos años, cuando comenzó la guerra en Ucrania, el coste del petróleo (y del gas) se disparó, lo que impulsó aún más unos precios que ya venían al alza por el repunte de la demanda tras pasar lo más duro de la pandemia. La energía, por tanto, dio lugar a la crisis de la inflación que aún sufrimos en la actualidad, pero que parece estar dando sus últimos coletazos precisamente por la caída de los costes energéticos. De hecho, si no fuera por los alimentos, los precios estarían ya controlados totalmente y los bancos centrales hubieran podido comenzar el ciclo de bajadas de tipos, lo que hubiera disparado la actividad económica y empresarial.

Por tanto, embridar los precios de la energía para dar carpetazo al problema de la inflación es fundamental para que la economía siga creciendo. Curiosamente Rusia y China han sido hasta ahora los grandes aliados del resto del mundo a la hora de contener la inflación energética, al convertirse el país liderado por Xi Jinping en el gran comprador del petróleo y el gas de Putin. Esto ha impedido que la prohibición por parte de Occidente de adquirir crudo ruso haya provocado una caída de producto en el mercado que hubiera disparado los precios.

Pero ese escenario es precisamente lo que está logrando Ucrania con sus ataques a las refinerías rusas. La caída de la producción de crudo que ha logrado Ucrania con sus drones es un grave riesgo para la economía global, ya que podría provocar que los precios de los carburantes se volvieran a disparar y generar de nuevo alzas del IPC superiores al 5% o al 6%. Un escenario que condenaría el contexto actual de aterrizaje suave de la economía por el que optan todos los analistas y que volvería a dar el protagonismo a la temida palabra recesión.

Lo anterior explica que la guerra en Ucrania está ahora atravesando una delgada línea roja que hace imposible saber que puede ocurrir en el futuro. Y es que en Washington se temen que la economía pueda saltar por los aires si Rusia reacciona a los ataques ucranianos destruyendo una infraestructura fundamental para el suministro de petróleo a Occidente. Algo que podría hacer, ya que dicha infraestructura pasa directamente por su territorio. Se trata en concreto del oleoducto CPC (Consorcio del Oleoducto del Caspio) que transporta crudo desde Kazajistán hasta el Mar Negro para su distribución a nivel global. Un tubo del que depende el 2% del comercio mundial de petróleo pero que recorre territorio ruso por lo que Putin podría utilizarlo para tensar de nuevo el mercado energético. De hecho, dicha estrategia ya la utilizó en 2022 pero durante poco tiempo lo que limitó el daño al mercado.

Todo lo anterior deja patente que las próximas semanas son claves para saber qué pasará con la economía mundial en el resto del ejercicio. El problema es que buena parte de las respuestas las tiene el presidente de un país atacado que quizá tenga que renunciar a su mejor arma contra su adversario porque así se lo están reclamando sus aliados, que son precisamente los que le surten de armas para contener a Putin. Un escenario más que incierto en el que la celebración de elecciones en EEUU en noviembre añade aún más incertidumbre.

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