30 sep 2024

La cara B de la subida del oro

La debilidad económica de China y de EEUU eleva el riesgo de frenazo económico global y lleva a los inversores a refugiarse en el activo refugio por antonomasia en un año en el que las bajadas de tipos prometían propiciar un importante impulso a la actividad.

Alex Ordóñez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

En un ejercicio en el que los tipos de interés están en retroceso, lo que abarata la financiación e impulsa la actividad económica y empresarial, sorprende de forma notoria que el mejor activo en el mercado para las inversores no sean las bolsas o la renta fija, siempre y cuando se comercie en el mercado de deuda por precio ya que los cupones se reducen al recortarse el precio del dinero. Pero eso es precisamente lo que está ocurriendo hasta el momento en lo que llevamos de ejercicio.

Tanto es así que el oro se ha convertido en uno de los productos que ofrece más rentabilidad en 2024, con un alza que supera el 20% y que duplica a la propia lograda por el Ibex, uno de los índices más alcistas del año. El metal dorado está considerado un activo refugio, que no es otra cosa que aquel al que los inversores destinan su capital cuando quieren evitar problemas generados por la incertidumbre bursátil y económica. Por tanto, en un ejercicio en teoría positivo resulta incongruente este interés por adquirir onzas de este metal dorado.

Es cierto que los bancos centrales, más aún los emergentes, han puesto su granito de arena en la revalorización del oro al incrementar sus reservas de este producto con el objetivo de hacer frente a una futura crisis de deuda que nadie se atreve aún a poner fecha. De hecho, se desconoce si finalmente llegará a tener lugar. Pero estas compras de los bancos jamás podrían haber llevado al oro a presentar este incremento. Para ello también ha sido necesaria la participación de los propios inversores.

Pero, ¿por qué hay tanto interés por el oro? Pues simple y llanamente porque las cosas no parecen estar tan bien como se preveía en un principio. Un aviso de ello llegó con el dato de empleo de EEUU del mes de julio, con unas cifras que decepcionaron al mercado y que generó una ola de ventas en las bolsas ante el temor a que la primera economía del mundo entrara en recesión. Un miedo que parece que sea ha dispersado un poco con el mismo dato de gasto del mercado laboral estadounidense. No obstante, las cifras de creación de empleo, de nuevo por debajo de las previsiones, siguieron dejando patente la debilidad que la economía de EEUU aún muestra.

Con todo, el mayor peligro para la economía mundial no está al otro lado del Atlántico sino en Asia. Y más en concreto en China. Tras un arranque de ejercicio espectacular en el que PIB creció un 5,3%, el gigante asiático ha decepcionado con su desempeño económico correspondientes a los meses de abril, mayo y junio. En concreto, la tasa de impulso de su economía se limitó al 4,7%, lo que lleva a muchos analistas a estimar que el país no logrará ni de lejos su objetivo de crecer al 5%. Es más, en el banco estadounidense JP Morgan limitan el aumento del PIB chino del año a solo el 4,6%. China es la segunda economía del planeta por lo que un descenso de décimas en su tasa de crecimiento tiene consecuencias en una economía globalizada como es la actual.

Ello debido a que una caída de la demanda de China o de EEUU tiene impacto en los mercados de materias primas y en la actividad económica de millones de empresas que tienen en estos países parte de su negocio. Buena muestra de ello es el sector del lujo europeo, que está presentando unos pobres resultados económicos y peores perspectivas de crecimiento porque su principal cliente, el chino, compra menos de lo esperado.

Por desgracia, estas estimaciones tan negativas para China están sólidamente argumentadas por la debilidad que el consumo interno y la industria muestran y por la persistencia de su larga crisis inmobiliaria. Además, la enorme deuda que arrastra el país, especialmente en sus Ejecutivos regionales, reduce la capacidad del Gobierno chino para tomar medidas que ayuden a impulsar la economía.

Por tanto, el mal comportamiento de los dos países con mayor peso en el PIB mundial es lo que fulmina el optimismo económico y lleva a muchos inversores a refugiarse en el oro. Esto supone un aviso a navegantes que las empresas deben tener en cuenta. De hecho, la gestión en este escenario incierto debe estar liderada por la cautela. Más aún ante la posibilidad de que Donald Trump gane las elecciones en EEUU e impulse de nuevo su guerra comercial con China, tal y como ya hizo en su anterior mandato. Kamala Harris, en cambio, no ha amenazado con más aranceles a los productos asiáticos como sí ha hecho Trump, pero eso no quiere decir que elimine los que ya impuso el propio Joe Biden.

Los comicios americanos, por tanto, no van a ser capaces de mejorar las dudas que existen sobre la economía mundial. Pese a ello y regresando al mercado nacional la realidad es que las perspectivas económicas de la economía española, que son el negocio principal y casi único de millones de pymes,siguen siendo positivas.

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