09 abr 2025
La guerra arancelaria de Trump hace sonar los tambores de recesión global
Un iPhone de alta gama podría alcanzar los 2.300 dólares si Apple traslada los costes a los consumidores, según un mercado que observa un golpe mortal a la globalización.
Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce
El Día de la Liberación Arancelaria ha dado paso a una fase de convulsión en la que los expertos alertan de un riesgo latente de recesión mundial, con cambios geopolíticos con visos de alterar drásticamente el orden mundial y, por supuesto, con una amenaza de quiebra de la globalización tal y como este proceso de libre flujo de mercancías, servicios y capitales con amplios acuerdos de comercio con bajos aranceles ha evolucionado en los últimos tres decenios, desde la creación de la OMC, en 1995, tras los Acuerdos de Marrakech.
El 2 de abril, pues, parece haber inaugurado una nueva era. Surgida de la obsesiva convicción de Donald Trump por corregir el déficit comercial estadounidense y por conseguir que el resto del planeta deje de cometer fraude arancelario masivo contra EEUU, según sus propias palabras. El presidente republicano ha conseguido alinear la lista de riesgos y las pésimas expectativas tanto de gobiernos como del mercado.
La escalada arancelaria de Trump, con destino indiscriminado a socios y rivales geoestratégicos, no solo ha envalentonado a Canadá, México o la UE -entre sus aliados- o a China, al que hace ya un largo decenio que ha colgado el cartel oficial de enemigo público número uno por la disputa del cetro hegemónico mundial, sino que ha alterado la paciencia de una nación una consolidada calma diplomática como Japón. Su gran sostén en Asia considera que los aranceles de la versión Trump 2.0 -con la puesta en liza de los gravámenes recíprocos y las tarifas al acero, el aluminio o los vehículos- “ha creado una crisis nacional” en el país del Sol Naciente, con el índice Nikkei sufriendo un desplome histórico y el poderoso sector exterior nipón con los niveles de confianza por los suelos, recordó su primer ministro Shigeru Ishiba.
En el mercado, las perspectivas no son tampoco nada halagüeñas. JP Morgan afirma que ahora ve un 60% de probabilidades de que la economía mundial ingrese en recesión a finales de 2025, nada menos que 20 puntos más que su predicción de hace un mes, cuando la Administración Trump emprendió su cruzada arancelaria. Dando escasa credibilidad a la justificación de la Casa Blanca de que la medida le otorga a sus responsables económicos unos márgenes de maniobra importantes para iniciar negociaciones, aunque los aranceles estadounidenses sean en términos de realpolitik los más elevados en más de un siglo, con un gravamen base del 10% sobre todas las importaciones y aranceles específicos más elevados a más de medio centenar de países.
Los consumidores de todo el mundo y, por supuesto, los estadounidenses, serán los que tendrán que soportar el encarecimiento gradual de esta declaración de hostilidad comercial. Desde sus zapatillas Nike a un iPhone de alta gama que la firma de investigación de mercados Rosenblatt Securities toma como base para ejemplificar el contagio que la política comercial de Trump va a provocar en el IPC americano y en los índices inflacionistas de todo el mundo. Sus analistas cifran el coste final de la puesta en marcha de los aranceles del producto estrella de Apple en 2.300 dólares.
El tsunami de reajustes de precios afecta a todo el arco empresarial y, casi sin distinción, a todos los sectores. La multinacional automovilística Stellantis -DS, Peugeot, Citröen y Opel, entre otras marcas- anunció que despedirá temporalmente a trabajadores americanos y cerraría plantas en Canadá y México, mientras que General Motors anunció que aumentará su producción en EEUU.
El jefe de Gobierno canadiense, Mark Carney -ex gobernador de los bancos centrales de Canadá y de Reino Unido- prefirió enfatizar que su vecino del sur había abandonado su papel histórico como defensor de la prosperidad internacional: “La economía global ha experimentado un giro drástico desde el 2 de abril; ya no será la misma”. Mientras desde China, con aranceles con una carga de represalia inaudita, del 54%, o la UE, que se enfrentará a un arancel del 20%, movieron ficha de inmediato y aseguraron que su respuesta será contundente y en línea con los aumentos que les han impuesto desde el Despacho Oval.
De hecho, el jefe del Estado galo, Emmanuel Macron, instó a los países europeos a suspender sus inversiones en EEUU.
Frente a esta acción concertado, otros socios comerciales, como Corea del Sur, México o India se reservaron un tiempo de tregua en busca de concesiones negociadoras, y Reino Unido afirmó que iniciará contactos con Washington para suscribir un acuerdo económico bilateral.
El golpe, en cualquier caso, será “devastador”, advirtió sin tapujos la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, quien aseguró que los aranceles “representan un riesgo significativo para las perspectivas mundiales en un momento de lento crecimiento” e instó a la Casa Blanca a que trabaje para reconstruir los puentes comerciales con el exterior. Algo que tanto el secretario de Comercio americano, Howard Lutnick, como el Asesor Comercial Internacional, Peter Navarro, descartaron por considerar que el nuevo mapa arancelario no está sujetos a negociación, lo que desmiente, en cierta medida, la puerta entreabierta que dejó Trump durante el anuncio de los nuevos gravámenes recíprocos.
Lo que no dejó lugar a las discrepancias fue la pérdida de valor del dólar y la caída del petróleo que registró la peor semana en meses, ya que los analistas energéticos achacaron los repuntes de aranceles a una inminente merma de la demanda que podría afectar, además, a las cadenas de valor y de suministro globales y perjudicar, por ende, las ganancias corporativas. El día 3, la jornada posterior a la Liberación Arancelaria, el Dow Jones retrocedió casi un 4%, su mayor caída diaria desde junio de 2020, mientras el S&P 500 lo hacía en un 5% y el Nasdaq en un 6%, también en descensos desconocidos desde la Gran Pandemia. Con empresas como Nike, con unas cuotas productivas en el extranjero especialmente significativas perdiendo un 14%, o como Apple que se dejó por el mimo motivo un 9% de capitalización bursátil.
Todo ello lleva a expertos como James Lucier, fundador de Capital Alpha a asegurar que “el plan arancelario no parece estar bien pensado”. Las negociaciones comerciales -advierte- no dejan de ser “una disciplina altamente técnica y, en nuestra opinión, estas propuestas no ofrecen una base sólida para negociar con ningún país”.
Te podría interesar
Contacta con nosotros
Envíanos tus datos mediante este formulario y nos pondremos en contacto contigo lo antes posible.
Estaremos encantados de ayudarte.
Solicita información
Déjanos tus datos y nos pondremos en contacto contigo