12 oct 2025
La ruptura de la tregua comercial golpea los mercados
Inicialmente, la cumbre de APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) de finales de este mes en Seúl parecía ser el escenario previsto para que los presidentes Xi Jinping y Donald Trump enterraran definitivamente el hacha de la guerra comercial.
Sin embargo, las tensiones se han disparado esta semana tras la abrupta reacción de Trump a las maniobras de Pekín en torno a la industria de chips y el control de las tierras raras. Beijing anunció el pasado 9 de octubre que impediría las exportaciones de tierras raras a los fabricantes que no vendieran equipos de semiconductores de alta gama a China. Esta medida se une otras adoptadas en el último mes, como la restricción del uso de chips estadounidenses sustituibles por producción nacional, o las restricciones de la Agencia de Seguridad del Ciberespacio sobre proveedores occidentales en contratos públicos. En respuesta, Trump anunció al día siguiente la imposición de aranceles adicionales del 100% a China, provocando el descalabro de los mercados. El SP500 cayó un 2,7%, la mayor caída del año desde abril, mientras que el Hang Seng se desplomaba un 3,4% en la sesión del lunes. No obstante, a lo largo del fin de semana tanto Trump como el vicepresidente Vance han hablado del conflicto en un tono más conciliador, lo que sentaba las bases para un rebote de los mercados antes de su apertura el día 13.
Todo ello revela las vulnerabilidades interdependientes de ambas naciones. Por el lado chino, a pesar de los esfuerzos por "desoccidentalizar" sus cadenas de suministro y reducir la dependencia de chips y rutas petroleras, el país aún enfrenta un crecimiento económico decepcionante, que el descontrol de la guerra comercial podría exacerbar. El índice manufacturero chino ya mostró en septiembre el peor dato de los últimos seis meses. Por otro lado, las vulnerabilidades de EEUU incluyen el impacto de la inflación, que pude ser clave en las próximas elecciones legislativas, y la dependencia de las tierras raras para las industrias de armas y automotriz. Esto indica, en principio, que ambos estarían interesados en llegar a un acuerdo rápidamente que, al menos, limite el daño sobre sus economías. Sin embargo, ambos, pero especialmente Washington, también tienen la necesidad de vender el resultado internamente como un éxito de su Administración. De esta imprevisible negociación depende en buena medida que la economía mundial no descarrile en 2026. Es un riesgo que no parece que los mercados y, especialmente los activos de riesgo, en máximos históricos, descuenten en estos momentos, lo que explica las abruptas caídas registradas el pasado viernes.